Buenos y malos hábitos

Por Raquel Ludwig

En pleno auge de la gastronomía las buenas y malas costumbres se analizan más de lo debido por los innumerables expertos que aparecen de la noche a la mañana. Poner los codos en la mesa, hablar con la boca llena son al menos dos de las más criticadas conductas durante el sagrado momento de alimentarse.
Sin embargo, hay otro tipo de actitudes que han sido desatadas gracias a la onda gastronómica en la que estamos: comienza a notarse la vuelta de la siesta del carnero, el cigarrito post comida, la otra siesta después del banquete, y la necesidad de “algo dulce”.
De la siesta del carnero se puede decir que es la más rara de todas pues generalmente se asocia el placer de dormir después de que las personas han satisfecho su hambre. Sin embargo, hay gente que no duda en afirmar que se trata del más reconfortante de todos los sueños ya que es la antesala al culto de la buena mesa. Además, si viene acompañada de ejercicios previos en la mañana, explican los expertos, suele ser muy disfrutada producto del agotamiento. Además, esta siesta no tiene que ser muy larga pero su objetivo es que sea profunda y eficaz como recuperadora de energía, y que le permita a su víctima soñar con jugosas carnes, pasteles, jugos cargaditos de vitaminas, ricas verduras, entre otros manjares. Los orígenes de este hábito no son fáciles de rastrear con fidelidad, pero algunas fuentes dan fe de que se trata de una costumbre antigua, de la era geológica del pleistoceno específicamente, cuando las personas necesitaban descansar producto del trabajo, antes de nutrirse.
Del cigarrito post comida, los fumadores explican que “es que me provoca”, y que sólo lo hacen para “pasar la comida”. Sin embargo, lo que sí está claro es que la combinación de ambas actividades no es recomendable dado que la mezcla de ciertas sustancias químicas con algunas alimenticias empeoran los efectos ya nocivos del tabaco.
El “roncar” luego del banquete ya es bastante famoso. Algunas personas reservan unas horas en la tarde para dormir y hacer la digestión. Luego continúan con sus faenas, y los más fieles seguidores de su práctica son los españoles, aunque se sabe que ya en todo el mundo hay adeptos al culto del descanso una vez que se ha almorzado.
Y en cuanto a lo de desear un dulce una vez finalizada la comida abundan las razones científicas. De acuerdo a especialistas en nutrición, esta ansiedad podría ser producto de cambios hormonales, que unidos a una mala alimentación producen esta falsa necesidad. Lo ideal es incrementar la ingesta de frutas y vegetales. Lo ideal en cada caso es consultar al experto para obtener una dieta personalizada.

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