RESEÑA


EN-OBRA ANTOLOGÍA DE POESÍA VENEZOLANA 1983-2008 de GINA SARACENI

En-Obra Antología de poesía venezolana 1983-2008, compilada por Gina Saraceni, agrupa a la poesía venezolana escrita por poetas nacidos entre 1960 a 1980, cubriendo así lo publicado de los noventa en adelante.
La antóloga ha atinado con este libro desde el título: En-Obra, el cual tiene la audacia de englobar a los poetas que están ahora mismo en acción poética. Reunir a quienes están gestando su obra literaria, quienes están en pleno proceso de su quehacer poético. Para vivenciar el desarrollo de una poesía en presente, que no se ha historiado, porque sigue sucediendo, está en tránsito.
A este tenor, los poetas de esta antología van más allá de la inspiración poética y con conciencia artesanal elaboran sus versos, trabajan el ordenamiento del big bang que se forma cuando se crea, confrontan al lenguaje y en esa búsqueda, lo que destinan como resultado escrito, van consolidando su creación literaria.
La ventaja de esta antología es su amplitud, se trata de una selección generosa, balanceada, abarcadora de la mayoría de los poetas que comenzaron a publicar en los 90 y los que están publicando su primer poemario en esta casi década de los 2000. Este es el punto de convergencia de esta antología.
En el acertado prólogo, Gina Saraceni sintetiza la realidad circundante del país a manera de cronología, para desembocar en el panorama de cada uno de los poetas, por cuanto es el móvil a través del cual el escritor ausculta a la palabra que testimonie.
Saraceni expone como campo afectivo global de los poetas de esta antología: “la orfandad y el desencanto”. Aún cuando cada poeta individualmente trata su sentimiento, se corresponden y destilan al final, la pérdida. Mas, no la rendición. Algo sobrevive justo antes, casi persiste y se rescata. Todavía hay un asombro y una salida. Una justificación positiva en todo caso. La realidad diaria, la de afuera es interiorizada y saca la mortalidad para captarla, agudizarla en su ser, en su pasado, hacia la proyección, a la evolución.
La antóloga a punta de bisturí va seccionando a los distintos poetas, y en esta reseña, me permití extraer un verso ars poética de los poetas de En-Obras, comenzando por el más joven de esta generación: Willy McKey: Mutila palatales enteras, Karelyn Buenaño: Ingenuos fabricamos cien mañanas, Christian Diaz-Yepes: Sudor de tiempo, Oswaldo Torres Ortiz: Agarro el vocablo por los cachos, Florencio Quintero: Para volver a su primigenia ferocidad, Jorge Vessel: Hasta hacer tierra de mí, Jesús Ernesto Parra: Y la vida sigue siendo eterna en cinco minutos, Luis Ángel Barreto: Agujereando montañas para hacerlas volcanes, Simonny Azul Urdaneta: Las ganas de decirnos, Odette Da Silva: Me gusta asfixiar al poema, Carlos Duque: Arpejear palabras, Roberto Martínez Bachrich: Que el desastre me haga en su escritura, Erika Reginato: Estoy en el país de tu infancia, Sandra Timaure: De cazar enmendaduras, Manuel Llorens: Conviene que todo poeta se entrene como detective, Eduardo Antonio Mariño: Prepárense ahora, para decir la otra oración, María Gabriela Lovera: Hay un poema que a mitad de la noche tiene miedo, Luis Enrique Belmonte: A la hora en que la página madura su agonía, Eduardo Ramos Fonseca: Nos arrope y la palabra ya no esté, Ana Carolina Saavedra: Hago poemas como oraciones, Iola Mares: Poesía cosa rara, Kevork Topalian: Y murmullos en una noche sin fin, Edmundo Bracho: Otra canción cifrada en mesa nueva y servida, José Antonio Parra: Percibes sus palabras y las conviertes en nadas, Eleonora Requena: En turbios mis vocablos, José Tomás Angola: Y mi espíritu la lengua de un caballo sediento, Mariela Casal: Sólo escribo solo, Carmen Verde Arocha: Quitarse un poco de ojos, de oídos, de palabras, Daniel Molina: No es la gramática secreta de tu paisaje a quien va mi canto, Vicente Lecuna: Es de esta mentira el amor que se cuenta con las letras, Beatriz Alicia García: Ese territorio de la soledad, Alexis Romero: O si es un ovni que te vigila mientras escribes, José Luis Ochoa: Habitar los márgenes de la página, José Gregorio Vílchez: Otra página sin cuenta regresiva aquí en la Tierra, César Uzcátegui: Ya no hay tiempo en esta página, Bettsimar Díaz: Llegará la hora de descifrar el suelo, Libeslay Bermúdez: A veces las hormigas llegan a la biblioteca, Sonia González: Qué lenguaje ausentas, Carmelo Chillida: A veces escasean las palabras, Gabriela Kízer: Habría que tomarle el pulso a la musa, Celsa Acosta: Cómo entreabrir el verso, Cristóbal Deffit: Eras una vez, una mala palabra, Miguel Marcotrigiano: Una palabra atascada puede ser más peligrosa, Miguel Ángel de Lima: Un ronroneo de poeta frente al ladrido del mundo, Claudia Sierich: Anidar empalabrados medran tal vez un sueño, tal vez una vigilia, Gregory Zambrano: El ruido y las nueces, dame la prueba que agite mi lengua, Cristina Falcón Maldonado: Llamando a todo este imposible, José Jesús Villa Pelayo: Este himno de hijos desesperados, Alfredo Herrera: El árbol y yo aumentamos el silencio del mundo, Pausides González: Esa línea de Cummings que nos une de memoria, Carmen Leonor Ferro: Sin escribir ni pronunciar una palabra, Arturo Gutiérrez Plaza: Vivido entrelíneas, Lourdes Sifontes: Ese trasver, Sonia Chocrón: Si se pudiera morir varias veces y ejercitar el arte, Belén Ojeda: Es inútil que metas la cabeza al horno, pues los poemas sobrevivirán sin remedio, Moraima Guanipa: Prestarle oídos a las constelaciones, Luis Pérez Oramas: Escribiremos juntos abundantes cartas para nadie, Alicia Torres: Que sabe a quien ladra por las noches, Gonzalo Fragui: Si la felicidad es sólo una palabra de los diccionarios, María Antonieta Flores: Si desde esta tristeza se pudiera escribir un poema único, José Antonio Yepes Azparren: Escucho con mis ojos tus poemas: son otra realidad, Alberto Barrera Tyzska: Bajo cualquier esdrújula inocente, Patricia Guzmán: Ha de llenarse uno del objeto mirado, Martha Kornblith : Sólo le he dado un nuevo destino a las palabras.
En este libro múltiple se contempla la unidad de la poesía venezolana contemporánea, la que logra imprimir lo que se quiere versar. Valioso aporte de Gina Saraceni y la editorial Equinoccio de la Universidad Simón Bolívar. Un aplauso por ello.
Astrid Lander

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