CRITICA TEATRAL

SER EL OTRO
Carlos Herrera (critica@cantv.net)


¿SUEÑO CARIBEÑO?
Ser el Otro se acercó a visualizar la reposición del espectáculo Sueño de golpe Danza aérea, propuesta que “levantó” telón de reposición, el pasado viernes 03 de Abril en la Sala “Anna Julia Rojas” del Ateneo de Caracas. Trabajo sugerente, atractivo y cargado de poderosa subjetividad que contó con la rigurosa dirección de Francisco Denis y detallada coreografía de Talía Falcón. Y, digo “reposición” porque que fue exhibida en el marco de apertura de la XXV edición del Festival de Teatro de Occidente (Guanare, Estado. Portuguesa) el pasado Noviembre de 2007.
En esta oportunidad, Sueño de golpe puede ser cotejado dentro de la cartelera caraqueña ya que la agrupación Río Teatro Caribe ha pautado una temporada que se extenderá hasta el domingo 27 de Abril. Aunque serán pocas funciones, auguramos que tendrá un buena acogida por el público joven en virtud que dicho colectivo ha desarrollando trabajos atípicos a lo que habitualmente se oferta en materia de arte y espectáculos de la ciudad.
Antes de expresar el comentario de rigor, acotaré algunas líneas sobre el grupo. En primer término, no creo equivocarme al catalogar a Río Teatro Caribe como un ente creativo que no ceja en inquirirse con seriedad conceptual y lúdica experimentación, ¿Cuáles deberán ser las nuevas exigencias que deben adecuarse al trabajo del cuerpo en movimiento?, ¿cómo deberá manejarse la conjunción del signo imagen con la función acción gesto / palabra a fin que sigan abriendo nuevos canales de significación en la relación puesta en escena / recepción del espectador?, y posiblemente, ¿cómo deberá ser asumido el trabajo objetivo / subjetivo de ese mismo espectador frente a los imaginarios que subyacen tras cada propuesta espectacular del grupo?
Al situarnos en la realidad del teatro venezolano de lo que está siendo la presente década puedo manifestar que son uno de los pocos grupos que sabe que es lo que desea mostrar sobre la escena. Con sus fortalezas y debilidades, Río Teatro Caribe tiene ese distintivo toque de la disciplina, la indagación y, sobre todo mucha disciplina en su preparación artístico técnica lo que se ha convertido en factores que les ha permitido brillar con luz propia tanto a nivel nacional como internacional.
Lo anterior no es gratuito sugerirlo ya que tanto unidad grupal como a través de cada uno de los integrantes de su plantilla base o bien, de los artistas y creadores que sean invitados para armar un determinado proyecto escénico, han logrado conformar desde el último tercio de la década de los ochenta del s. XX, un derrotero vanguardista que siempre ha estado a tono con lo que ocurre en otras latitudes. Sabemos comprobadamente que ellos investigan y experimentan a fin de crear un discurso consistente, irreverente y hasta poseedor de una sugestiva capacidad escénica.
Ha sido un colectivo que no se ha regodeado en la flácida comodidad del aplauso efímero o, dejarse atrapar por las loas que se acuñan en los medios escritos, son un grupo que se afianza en la seguridad de su visión y en el aplauso que es el verdadero reconocimiento del artista. Su público les ha sabido reconocer su ambición de crecer lo alentándolo y estimulándolo en el arduo avanzar del camino del asombro reciproco. Siempre vivaces, siempre locuaces en y sobre la escena juegan y rubrican nuevas lecturas desde y para el espacio teatral que les pone sus propios retos y sus interrogantes.
Un grupo que -desde su nacimiento en 1994 en la hermosa exuberancia de la población de Río Caribe, estado Sucre- ha sabido dosificarse y que ha sabido pensar antes de conjugarse en que se ha manifestado. Es en esos espacios que Río Teatro Caribe ha logrado dialogar con los acentos del espectáculo pero asumiéndolo con los instrumentos que les ha otorgado su versátil formación y sus vivencias en suelo europeo, latinoamericano y nacional. Han conformado una praxis de creación continua donde la ilusión es riesgo y el riesgo un concepto. Es así que cualquier frase gestual o corpo-expresiva se colocará al servicio de tratar de generar una ruptura de las formas y una manera no convencional de imbricar con el movimiento, lo teatral y lo visual.
Ya cerrado su ciclo regional, logran establecerse en Caracas a fin reempezar otro ciclo cuyos frutos han sido proyectos perfilados dentro de un nuevo espacio estable (Sala Río Teatro Caribe situada en la urbanización San Bernardino) y con el objeto de asumir sin prisa pero sin pausa, un asertivo periplo de trabajo con lo experimental escénico e insistir en romper con lo manido que, de alguna u otra forma, sabían estaba edulcorando o adocenando el discurso creador de buena parte de nuestro medio teatral y dancístico.
Ello -desde mi punto de vista- se convertirá tanto en su más enfática respuesta como su más clara obsesión. Haciendo inflexión de su pretérito debo reflejar que irrumpieron sin estridencia en 1988 con Violeta. Un esfuerzo que para muchos pasó bajo la mesa. Años más tarde, causarían revuelo con Célebre Especialista en el Gran Hotel Europa (1999). En adelante, el teatro nacional y el público estarían cada vez más pendientes de sus trabajos. Sumarán lentamente una docena de propuestas. Los más acabados -luego de Célebre Especialista tanto en lo experimental, conceptual, artístico como estético han sido: Terra Nostra (2001) y El temblor de la sonrisa (2005).
Pero no es que Río Teatro Caribe trabaje para complacer gustos comerciales o ganar la aprobación de la crítica. Son un grupo que entiende que el oficio se arma bajo la presión de la investigación y tras ella, la ebullición de una pasión que debe resumar trayectoria, profesionalidad y entrega sin concesiones. El abanico de sus trabajos ha sido rico y disímil. En sus veinte años de vida han ofrecido montajes que los han ido delineando. Algunos de sus ejes estilísticos son: la sabia valoración del concepto signico visual, puestas en escena sometidas al flujo / reflujo de una estética que no los consuma sino que los perfile, la dignidad de una técnica / tecnología que nunca no se oculta y que sabe mostrar tanto sus resortes como sus tensiones y, finalmente, que son firmes en lo que se debe expresarse desde lo artístico. Esto marcará para bien o para mal, su abierta como orgánica conexión ante el público ya que es quien les aplaudirá o refutará.
Río Teatro Caribe no es un grupo que improvisa para crear una puesta con apariencia de innovar; es un grupo que hace de la innovación calculada una apuesta para resemantizar cada signo y código y ponerlo al servicio de nuestro subconsciente. La danza, la acrobacia, la actuación, lo performántico, el riesgo técnico, la exploración del espacio son parte de sus herramientas para lograr sus fines creativos y que en tiempo presente les ha permitido asentar una rúbrica dentro del quehacer teatral nacional. Sus propuestas salen fuera del común denominador de lo visual y espectacular. Se apoyan en la comunicación de ciertos códigos que obligan al espectador a no bajar la guardia frente a su accionar.
Río Teatro Caribe es sinónimo para quien suscribe, ejemplo de indagación, investigación y enérgica preparación creativa. Ellos saben afinar la interdisciplinaridad junto al compromiso de insinuar nuevos horizontes para las tablas venezolanas. Mística y entrega apasionada ha descubierto el sino de sus fundadores Francisco Denis (director y actor) y Talía Falcón (coreógrafa y bailarina) quienes han abrieron las puertas a muchos otros que se han integrado como profesionales de este colectivo.
Con Sueño de golpe Danza aérea cada espectador tiene que asumir su propio sentido de decodificación - recodificación. Hay que estar atento a una puesta que aunó afanosamente: movimiento, gesto, acción lúdica dentro de un marco de significación en tierra y en lo aéreo para encuadrarse con la potencia de una banda sonora que sugiere lecturas de violencia, animalidad, fuerza, lucha y contrapuestos de cosas “inexplicables”. La palabra quedó prácticamente anulada. El discurso argumental quedó cruzado tanto en la corporeidad de lo ingrávido como en la tensión / distensión que cada interprete ajusta con poleas, contrapesos y arneses. Un espectáculo fluido, fugaz y puntual. La comprensión inmediata de lo que se mira debe dejarse de lado darle paso a lo subjetivo y la explosividad de un convivio que apoye la significación global. Sueño e ilusión quedaron tejidos en la misma red que hace ascender y descender los cuerpos en el espacio. Entes que rotan, se entrecruzan y se muestra como marionetas “desarticuladas” que danzan para y por una energía gravitacional bien manipulada.
Alabo su capacidad de saberse seguros en su acto de creación aunque esta por momentos este se percibió denso y con picos climáticos muy sui géneris. Un trabajo que posee exigencia técnica y lucimiento en las ejecuciones de sus interpretes (Pedro Alcalá, Isabel Barrios, Luís Armando Castillo, Talía Falcón, Natalia Molina, Hilse León y Kenz Vivas) todos acompasados con una mixtura musical y una apoyatura lumínica que es preciso decir que a unos cautivará y a otros, quizás, quedar atrapados en la confusión de no saber a que atenerse. En todo caso, más allá de que sea o no una propuesta complaciente al gusto redomado, Sueño de golpe se armó con la seguridad de que sigue estando en la línea de armar otros universos, otra experiencia que le propondrá su aplauso, admiración o silencio.

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