Huella indeleble para la plástica
Trino Orozco a 99 años de su natalicio

El 9 de enero de 1915 nació el maestro de la plástica Trino Orozco, en Humocaro Alto, estado Lara.  Hurgar en el legado de este artista que partió físicamente en 1994 nos lleva a evocar la memoria de aquel hombre místico, religioso, lleno de valores y rebelde. Siendo que fue considerado uno de los acuarelistas más importantes de Venezuela,  abordó una temática variada en sus pinturas; de múltiples técnicas; colores, trazos y matices

A juicio de los entendidos varias obras de Orozco como “La tierra espera”, “Madre proletaria”; “Niños del Barrio; “Barrio con sed; y los “Hijos de nadie” plasmaron la denuncia social así como la honda sensibilidad y atención que tenía el pintor hacia los problemas de las clases humildes venezolanas.


Por otra parte,  el alto sentido religioso, espiritualismo y misticismo que tenía se reflejó en obras como el “Cristo de Sisal" - a juicio de muchos de “brillante calidad pictórica y extraordinario contenido temperamental”- ;  también están el  “Bautizo de Jesús” ubicada en la Arquidiócesis de Barquisimeto; “Espíritu de Sorte” ( 1970) y “María Lionza Reina de las Aguas” (1973).

Mientras que este artista dentro de su profusa obra, igualmente abordó otros temas diversos como se puede apreciar en obras como “Lenguas viperinas”; “El pésame”; “Jugadores de dominó” y “Pelea de Gallos”, entre otras.

La docencia también formó parte de su devenir artístico, siendo que fiel a  su espíritu rebelde e inmerso en preceptos de justicia social, este artista,  fundó en Carora, aproximadamente en 1954,  una Escuela de Arte, donde daría clases tanto a estudiantes humildes como a los adinerados.Igualmente en su paso por la docencia dictó clases en el Colegio Federal de Barquisimeto en ausencia del artista Rafael Monasterios.


A juicio del polifacético maestro Juan Calzadilla la pintura de Orozco expresa “un empleo suelto de la pincelada para conseguir una factura de apariencia lavada, combinando los tonos del rojo con las tierras y esforzándose en lograr una luz muy personal”.

Entre tanto, si referimos la publicación titulada Trino Orozco maestro de la pintura venezolana encontramos comentarios como éste: “Orozco pensó por medio de las tonalidades del color y la luz. Plasmó el paisaje larense y su luz con fuerza y vitalidad, creando trazos enriquecidos con la pujanza de su emoción. Administró con precisión cada pincelada para lograr los matices que se propuso y con los colores en el lienzo buscó y logró expresar siempre su ser interno”.  

Cuenta la historia,  y así lo podemos ver reflejado en varios textos, como en el catálogo del Museo de Barquisimeto que, remite a la exposición Trino Orozco hombre y pintor (1985), Orozco era de orígenes humildes y siendo niño montado en un burro  repartía dulces hechos por su madre en un horno casero, al tiempo que ayudaba al padre a despachar en una bodega.  En ese devenir contando tan solo con 11 años los padres lo inducen  a que escoja la carrera del sacerdocio, de manera de garantizarle estabilidad económica y estimación social por lo que ingresó al seminario donde estudió su hermano, futuro Monseñor. Después del seminario, estando Orozco seguro de cual era su vocación llegó a trabajar como vendedor de ampliaciones fotográficas por cuotas y pintando avisos publicitarios hasta que cristalizó sus sueños al entrar a estudiar a la Escuela de Artes Plásticas de Caracas, donde recibió clases de los maestros Rafael Monasterios y Marcos Castillo (pintura) y Lorenzo González (escultura).

De la obra de Orozco opinan que ha logrado reflejar toda la inmensa soledad de los campos de Lara, en su permanente sequía y en su sol que incendia la naturaleza.  La luz especial de esa región que sobrecoge y emociona el espíritu es la que Orozco ha logrado comunicar en sus obras. Es por eso que quizá ha influido con mayor fuerza en todas las pinturas de la región y de las vecinas. Arte Quincenal, Caracas, No. 93.

Entre las anécdotas podemos mencionar que Orozco tenía su taller como un  lugar sagrado y solía decir cuando alguien entraba: “aquí el que no pinta sale pintando”;  siendo que en este taller había un letrero que decía “Paz, amor y perdón”.  Orozco se considera como el pionero en construir obras con el chimó,  técnica que según él tenía su secreto. Y entre otras curiosidades que cuentan de este insigne maestro está que no le importaba pintar con cualquier medio como con sus dedos. (FIN/ IARTES/ Teresa Quilez)

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