JUAN LISCANO:
HONESTIDAD Y LUCIDEZ
Hijo del sol y de la tarde (Parte 2)En el Espacio Liscano recientemente creado por el diario El Nacional, Arráiz Lucca se aproxima a la manera de ser de Liscano, a su forma de comprender al hombre y su circunstancia. Escribe Arrraiz: “los graves asuntos del espíritu y la trascendencia evocan en el lector la calma, pero no en Liscano. No era el disfrute pacífico de un sabio oriental que encontró finalmente el secreto de la verdad en la meditación o el autocontrol, sino el terrible drama de la laceración de la conciencia y la lucha interna de los opuestos que impide al acceso al origen armónico... La irrupción temática de Liscano es de naturaleza obsesiva.”
La presencia del erotismo es marcada en casi todos sus poemas. El establece una distinción entre el deseo sexual y el erotismo. Escribe Liscano: “El deseo sexual le es dado a todos los seres vivientes...y su manifestación tiende a cumplirse de la manera más rápida. En cambio, el instinto erótico no le es dado sino al hombre y cuenta con todas las posibilidades de embellecimiento o de destrucción...”
Su preocupación por el deterioro del planeta y la extinción de las especies fui constante. Escribe: “El hombre es el único animal capaz de matar a sus semejantes en masa. Los tigres no han decidido matar a los leones. Se comen entre sí cuando tienen hambre.” El ser humano decide acabar con todos los grupos que le estorban conforme a su ideología: indígenas, judíos, gitanos... Y el verbo de algunos líderes grandes o pequeños, se encarga de crear rechazo, desprecio y odio entre los pueblos según convenga a sus intereses.
Ricardo Gil Otaiza en el Universal escribe: Liscano intenta erigir una obra signada por el pensamiento sublime, la trascendencia del hombre, los valores de la raza y el develamiento de la ignorancia como certera arma para su extinción. A pesar de su amor por las tradiciones y por las costumbres del hombre común y de la tierra venezolana, Liscano deja un legado cultural y literario disidente, díscolo, que se niega a ser clasificado dentro de categorías preexistentes... leer la ensayística de Liscano es remontar en cada palabra toda una abrupta cima de verdades que lógicamente hostigan el intelecto de muchos y los pone a la defensiva frente a una prosa fluida, descarnada, aguda, hiriente, que no hace concesión posible a la complicidad o a la infamia”
Juan Liscano fue una fuente de sabiduría, siempre dispuesto a denunciar los horrores de una civilización en decadencia frente a una ciencia y a una tecnología mal utilizadas.
Julio Ortega dice sobre Liscano: “ El tiempo fue su obsesión central, y casi todo lo ha visto en el devenir, hacer y deshacer, de las temporalidades. ”
Patricia Guzmán escribe: “Juan Liscano sigue siendo. Seguirá siendo entre nosotros como San Francisco de Asís “en su duración celeste”...vidente del alma”...
Y Antonio López Ortega señala: “Muere con Juan Liscano buena parte del siglo XX venezolano. Mueren los afanes de una generación,,,muere el deseo civilizador, muere la esgrima de las ideas, muere la visión totalizante de la realidad, muere un concepto de esperanza que no se disminuía ante ningún desafío...Muere con Juan Liscano el último de nuestros renacentistas, el sentido de la cultura como centro de las transformaciones siciales...muere con Juan Liscano algo de nosotros mismos, algo de la certidumbre con la que recorremos el mundo, algunas de las verdades que nos han guiado, una lectura cabal de nuestros desmanes y logros, una apuesta por el ser más allá de la adversidad”...
Lo cierto es que Liscano nunca permaneció ajeno a los asuntos que conmovían a sus contemporáneos, y señalaba con fiereza todo aquello que hería a los venezolanos, fuere por causa de la ignorancia o del egoísmo: “Creo que los poetas de hoy son muy egocentristas. Se han enfrascado en un purismo estético y además sufren de cierto hermetismo. Son bastante indiferentes a lo que se sale de su obra. Precisamente yo he tenido el problema de meterme a opinar de otras cosas fuera de la poesía y ese deseo de amplitud me ha hecho daño.” (Entrevista en julio de 1990)
Expreso mi gratitud a Juan Liscano en la breve distancia de la muerte, que es la Vida, por haber sido una voz que no tuvo miedo de expresar sus ideas, aunque éstas fueran contra las corrientes de pensamiento de su tiempo, aunque pudiera ser tildado de estar fuera de época o criticado por sus posiciones Así fue siempre, ataviado de nobleza y luz, así lo tengo presente y espero encontrarlo en el Corazón de Dios:
“Mas yo soy hijo del Sol y del lucero de la Tarde
y en mi pecho reposan el león coronado y el toro en llamas.” (del libro “Recuerdo del Adán caído”)
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