Por Rolando Soto Quevedo
Asomando en la montaña
llega la luna viajera
radiante de luz y sonajera
recorriendo, lenta, invisibles sendas de hazaña
Destaca paisajes en su andanza
dejando en las frondas enigmas en danza
y sutiles sonidos en toda espesura
que dan al silencio un olvido que dura
Áurea avanza la hermosa princesa
cuando el céfiro penetra los pinares
y densa la humedad, los abedules embelesa;
no lejos, un riachuelo plena de hechizos los lares
¡Oh, luna! tranquila, silente y redonda
te busca el romance en noches de mar
o la cuita de amor esclava en su ronda;
y sabes, de amantes en trance, la dicha de amar
En la llanura, luna roja ve el llanero
y en la montaña, el jinete la ve de plata
pues, el llanero, ha cultivado rosas con esmero
Y rica la luna, ante el jinete bardo, brilla por su serenata
Mágica luna colmada de sueños
felices aquéllos que tus mieles prueban
los reyes que gozan mil noches de ensueños;
tú eres la luna bonita, de los idilios que se renuevan
Sube sola la luna sobre el horizonte lejano,
abajo, lagos y bosques bañados de fulgor
y arriba, matizan las estrellas la infinitud del cielo ufano
pero acá, la brisa errante mitiga del trópico el calor
A dónde irás luna bella y adorada
cuando el alba clausure la noche;
acaso, volverás, luna viajera, feliz amada;
cuando seas plenilunio, te aguardaré cada noche.
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