EMIGRANTES


El Teatro Dramma retornó con el rigor y peso teatral que nos ha tenido acostumbrado a la sala de la capital. Con el estreno de la justa adaptación y solvente dirección escénica de la pieza Emigrantes (1974), del escritor polaco –francés, Slawomir Mrozek (1930), en la Sala Experimental del Celarg desde el pasado 13 de noviembre, colocó ese acento crítico reflexivo desde la actitud de trabajo individual como colectivo sobre una realidad que, tiene validez significante ya sigue sacudiendo las conciencias y estremece la sensibilidad del espectador más recatado.
Discurrir sobre el asunto de la intolerancia en este tiempo es pertinente. Los tiempos políticos sociales del país parecen ser la diana donde el escalpelo sagaz de una mujer prestada a las dos agua creativas como lo representa los sistemas solares del teatro y cine como lo sabe hacer Elia K. Schneider hace que la palabra se explaye como una gota de aceite en el alma de la conciencia colectiva. La trayectoria del grupo Dramma en nuestro país ha sido puntual para que, desde las tablas, cada pieza proyecte no el sencillo gozo estético o provoque el inflexionar de las necesarias preguntas que el espectador inteligente debe derivar de la confrontación de sus espectáculos. Es más que eso: ¡es asistir a un suceso que sacude la emoción por constatar que el arte es instrumento que comunica y hace significante el oxígeno de la vida!
Elia Schneider se acompañó esta vez, de un nutrido equipo de gente joven. Articularon con obstinada preocupación, la factura artística, estética y conceptual de este solvente trabajo teatral. Supieron colocar pulso, ritmo y coherencia en la edificación de un constructor que emanase, sin asomo de dudas, rigor profesional, exigencia conceptual, agudeza estética en el empaque del montaje para darle plataforma a la fuerza histriónica que discurrió las tablas. De la escogencia descanada de escenografías corpóreas donde el espacio formulado bajo una inclinación brookiano que fuese trampa / cárcel / confinamiento, la plomiza coloratura visual en cada objetos, ropaje y sencillos accesorios a fin de crear desde lo no verbal un vínculo feroz con lo cerrado de dos mundos; la sapiencia en equilibrar volúmenes en proporciones equidistantes para señalar ideas / sentidos de vida de cada personaje - situación y, una iluminación que marcó su compás para una atmósfera que adicionaba opresión en esas conciencias en juego dialéctico hacía que la base sobre la cual los óptimos histriones como lo son Paúl Gámez y José Manuel Peña ofreciesen una composición de personajes comprometidos en su fuero interno e irradiar no solo el discurso dramático sino de ir más allá de ese claustro de desesperanza sin ventanas, llenos de tubos y que, separados por una línea espacial como mental, hacía que sus ideas / aspiraciones a veces marcadas por la melancolía, a veces por la desesperanza permitiese dar cierta luz al final del túnel: que cualquier país que se impregne de plomiza intolerancia ¿podrá tener su luz de reconciliación?
Si hacia el final de la obra, una escena donde dos personajes rompe el dinero de la ilusión y el otro, rasga las utopías del hombre esclavo, ambas son metáforas que denotan libertad. Distintas en el sacrificio pero que dejan fuera de la ruta de las falsas arrogancias y de un desmadejado orgullo para tratar de ir en pos del hálito que las fronteras de separación que produce la intolerancia puede dividir como un río caudaloso las almas sencillas y los intelectos acerados que, por razones múltiples, pueden cruzarse en otras fronteras por la búsqueda de un mejor devenir. Es la proyección hacia el presente del sentido de que esta sociedad debe hacer un mejor esfuerzo antes de que todo sea tarde. Sentirnos como seres y ciudadanos que seamos capaces zanjar diferencias porque hay tiempo; si la intolerancia y irrespeto hacia los demás se acentúa, quizás se incrementen los inmigrantes en la vastedad planetaria de este s. XX y, ojala que no, estemos condenados a habitar los sótanos fríos de las urbes del primer mundo en espera de oír campanadas de fin cada ciclo para prever los recuerdos del futuro de ese porvenir. Evitemos ser empujados a las aceras encontradas si se piensa, actúa o siente de forma distinta.
Magnífico trabajo teatral construido por gente que entiende que el arte y la inteligencia, son el sobrio escudo para atacar los escollos de la contemporaneidad. ¡Bravo por el grupo Teatro Dramma!

Fotografía cortesía de Gregorio Marrero / Orinoquiaphoto.*

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