TEATRO INFANTIL


Seccion realizada por Bruno Mateo

Bruno Mateo: ¿Cuándo y cómo se formó el Grupo Thalía?
Carmelo Castro: Al salir de la Escuela de Arte Escénico Juana Sujo se me presentó la disyuntiva de hacia donde ir y fue entonces cuando Ulises Castillo, un compañero de los estudios de actuación, me sugirió que escribiera una obra de teatro para niños. Le hice caso y así nació Amigo sol, amiga Luna. Convocamos a otros condiscípulos y fundamos un grupo que llamamos Omega. Ensayábamos en un salón prestado en la sede de la Policía Metropolitana en Cotiza, gracias a Orlando Zarramera, que a raíz de protagonizar la exitosa película Soy un Delincuente de Clemente de la Zerda, daba clases en esa institución. Yo comencé dirigiendo la obra que había escrito pero el mismo Ulises me insistió en que invitará a dirigir a José Simón Escalona, quien acababa de llegar de Puerto Rico, después de pasar un tiempo escribiendo para la televisión. Le presentamos el proyecto a José Simón y aceptó. Al poco tiempo nos propuso integrar el Taller de Nuevos Actores del Grupo Theja y aceptamos. Al cabo de un tiempo siento la necesidad de trabajar por mi cuenta y junto a José Manuel Ascensao, José Romero, Javier Zapata, César Rojas, Hereifa Ricardo, Yugui López, entre otros fundamos el Grupo Thalía con el montaje de la pieza para niños “Amalivaca una fábula” que escribí inspirado en el mito de la creación de los Tamanacos, recopilada en el siglo XVI por un sacerdote italiano llamado Salvatore Gilli. La obra la estrenamos en el Ateneo de Maracay y días después hicimos un segundo estreno en Caracas con temporada incluida en el Teatro Cadafe que en ese momento estaba bajo la gerencia de Daniel Farias y América Alonso, a quienes llegamos gracias a Manuel Albaya (Manú).
BM: ¿Cómo te decidiste a escribir teatro infantil? ¿Fue una actividad paralela a la formación del Grupo Thalía?
CC: Antes de ir directo a la respuesta creo necesario puntualizar que comencé en el teatro de la escuela cuando tenía once años, nos dirigía Eduardo Cortina, de ahí pasé a hacer teatro en el liceo Francisco Fajardo de Caricuao, bajo la dirección de Gilberto Varela.
Ahora bien, mi primera obra, La Campaña (trataba sobre la conservación del ambiente), la escribí a los 16 años, la envié a un concurso patrocinado por INAVI y gané un premio. Esa misma pieza la dirigí al año siguiente, ya contaba con diecisiete años. Digamos que es mi primer paso como dramaturgo y al mismo tiempo como director. El teatro para niños siempre me atrajo y cuando fundamos Thalía, nos dimos cuenta que había un vacío en el sector. Eran muy pocos los grupos que hacían un teatro de verdad comprometido y que respetara al niño. Fue en ese momento en el que decidimos que trabajaríamos para el teatro infantil conjuntamente con el de adultos. El siguiente proyecto fue Una aventura para imaginar, obra con la que gané un concurso de dramaturgia para niños promovido por AVEPROTE y de ahí hasta el presente, hemos ido sumando experiencia en cada compromiso, conocimientos que me ayudaron mucho cuando me tocó escribir la serie infantil para la televisión La pandilla de los 7 para RCTV que logró venderse incluso en los países árabes.
BM:¿Cómo ves proyectado en un futuro al Grupo Thalía dentro del sistema cultural venezolano?
CC: En este momento hago todos los esfuerzos por consolidar a Thalía como una institución que sea capaz de sobrevivirme. Cada vez que ingresa un actor o una actriz joven, me pregunto si será el futuro director o directora en cuyas manos estará el destino del grupo. Por eso me esfuerzo en enseñarles todo lo que puedo y de motivarlos para que hagan otro tanto por su cuenta. Apenas el grupo tenía dos años de fundado, cuando puse a dirigir un montaje a uno de los actores, en esa oportunidad fue José Romero. Más tarde fue a José Manuel Ascensao, quien en noviembre de este año cumple 20 años como director y por cierto, siempre con mucho éxito. Como directores intados hemos contado en alguna oportunidad con Leoner Ramos y Dagoberto González.
Por ser siempre un optimista irredento pienso que el futuro va a ser mejor a pesar de las actuales circunstancias. El objetivo de mi trabajo ha sido, es y será en beneficio del público y de la formación del actor, es por eso que no he dejado de prepararme, prueba de ello es que, Dios mediante, en diciembre de este año recibo la licenciatura en Gerencia y Producción Teatral en la primera promoción de la recién creada Universidad Nacional Experimental de las Artes, antes IUDET y es muy posible que más adelanta vaya por la licenciatura en Docencia Teatral.
BM: Como dramaturgo de temas para niños y niñas ¿qué te gustaría tocar en cuanto a temática?
CC: Mi decisión siempre va en función de lo que deduzco que le interesa ver al niño en escena, ahora creo que es imperativo ir creándole conciencia sobre la importancia de la conservación del medio ambiente y todo lo que tenga que ver con una mejor convivencia y tolerancia como individuos que pertenecen y se desenvuelven en una sociedad, sin que por ello busque convertir el escenario en aula de clases. También es importante acotar que existe un desarrollo mental como hay un desarrollo físico. Hay una edad para cada cosa, para cada tema.
BM: ¿Cómo crees tú que los profesionales del teatro para niños y niñas puedan involucrar a los sectores oficial y privado y así apoyar económicamente a la actividad?
CC: Hay que partir de que se trata de una responsabilidad compartida. Todos los artistas que hemos asumido nuestro trabajo con responsabilidad le estamos brindando un servicio invalorable al colectivo. Nuestra labor no tiene horario. Trabajamos durante todo el año para promover la educación y la cultura. Es posible que ese mensaje aún no haya sido captado con todo el impacto y la magnitud que conlleva tanto por el sector privado como por el sector oficial. En el momento en que entienda la trascendencia de este propósito es posible que respalden como se debe al sector que está activo a lo largo y ancho del país.
BM: ¿El Teatro Infantil sirve para algo o por el contrario solo se debe hacer para el deleite de los niños y niñas?
CC: Hablando de occidente, desde la aparición del teatro en la Grecia clásica se tuvo conciencia de su poder para penetrar en el espíritu humano. Más adelante la Iglesia lo usó para catequizar y normar a los fieles. El Rey Sol, Luis XIV de Francia, manipuló el talento del comediógrafo, director y actor Molière para burlarse de la clase ascendente para el momento, la burguesía. Los ejemplos medran.
Ahora bien en lo que respecta al teatro para niños, los primeros temas en los que se inspiró fueron los cuentos clásicos, aquellos con los que se trataba de educar a los niños en la casa cuando la escuela no estaba al alcance de todos y antes de la creación de la educación pública. A través de la moraleja o el mensaje se inculcaban pautas de conducta. Un ejemplo es el Pinocho de Carlos Collodi, publicado por entrega durante dos años. El mensaje es el de la necesidad de la obediencia a los mayores.
Los tiempos cambian y las necesidades también, lo que no quiere decir que esos cuentos hayan perdido vigencia pero ahora se compite con la computadora, con los videos juegos y con todo un arsenal de instrumentos para entretener, aún así el teatro no ha perdido su encanto, la magia de la palabra instantánea, de la presencia del actor y la actriz, de la representación viva, donde el niño tiene la oportunidad de interrelacionarse con los personajes que lo deslumbran.
BM: En tu experiencia como docente teatral ¿crees que existen personas jóvenes y en formación interesadas en el teatro para niños y niñas? ¿Existen jóvenes que quieran escribir teatro infantil?
CC: Decir lo contrario sería negar una realidad. Todos los días hay jóvenes que solicitan entrar a nuestras agrupaciones, es algo que no para. Además soy de los que piensa que el teatro infantil hay que hacerlo con talento joven. El niño se identifica con los más cercanos, sin mencionar las exigencias físicas que imponen la puesta en escena en cuanto a agilidad y resistencia. Por otra parte, he sido jurado en varias oportunidades de concursos de dramaturgia infantil y se ve que hay un interés en el género. En lo particular he dictado varios Talleres de dramaturgia de teatro para niño.
Para cerrar, quisiera insistir en primer lugar ante los padres, representantes y docentes que aún no tienen conciencia de lo importante que puede ser el teatro en la formación del niño que aprovechen este medio artístico, que pongan cuanto antes a los niños en contacto con las artes escénicas y si es posible y es el deseo del niño o niña que le dejen participar.
Por otra parte, la necesidad de sensibilizar al sector privado y al sector público que aun no le hayan dado el valor que tiene el teatro para que comiencen a respaldarlo y a apoyarlo.
El arte es la vía más expedita para humanizar al individuo y requiere de un proceso que debe darse desde la niñez si es que queremos tener una sociedad que sea capaz de hacernos felices y realizados a todos. Ese futuro hay que construirlo desde ahora y a través de nuestra infancia y nuestra juventud es la mejor manera.

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