POESIA

POESIA

Con sentir cinéfilo rodando una película de palabras, Con alma de cine de Geraldine Gutiérrez, sensibiliza un recorrido “con ojeras de nómada” acostumbrada al sur, de donde es oriunda la poeta y desde el rumbo de otro mundo, percibe las distancias, las aclimata, las adapta y nos invita a degustar entre los tulipanes y las palmeras y las ciudades relampagueantes. De Los Andes “entiendo el ardor de sus ponchos, / los motivos de sus rostros” “al Rhein cuando las Butterblumen / pueblan los campos”, y de lo bucólico a lo city: “Coca-cola alumbra el camino. / Mega-ciudad acelere por favor.”…“Aunque compliquen / la izquierda normal de mi trayecto / requiero de más pantallas electrónicas.”
Todo alberga en esta poesía cosmopolita y contemporánea, donde lo distinto cabe en el igual y es posible creer en la armonía. Y la poeta, con sus parpadeos, sorpresas y asombros, a la perspectiva del ser humano que se debate ante lo que vive y lo que presiente por vivir, llega a “tutear al mundo”, serena, confiada y agradecida, puesto que sólo así se alcanza la visión plena y absoluta, que procura el bienestar: “encuentro que lo permanente es un paso / fronterizo, un diálogo que crece.”
Con alma de cine, Geraldine Gutiérrez nos ofrece un poemario que conserva el tono sensible y apuesta una visión humanista en estos necesitados tiempos. La poeta, como una futuróloga, responde “a los que sin treguas preguntan / por el futuro.” Asume ecológica: “Hacia la polución indica la flecha, / recorro lo posible, lo biodegradable de ti… / Dicen que en ciudades contaminadas / es indispensable amarse.”
Se amolda de buena forma al panorama que vivimos “estar lo que se llama saludable, / para el rigor de nuestros tiempos.” Un mundo código naranja en el que excepcionalmente se vive, ante el cual predica: “Subo al ascensor / y podría tocar las nubes... / En el lugar más incierto / una pelota de tenis / puede ser una granada / un mundo, / con el que uno llega a encariñarse”.
Y pase lo que pase o pese lo que pese, se puede seccionar y hallar del caos, lo que se salva, “me hablaste de una ciudad / que no sufrió daños durante la guerra, / de la montaña mágica.” Para aguardar “Un cierto código de esperanza / que guarda olores y volúmenes esenciales.” Para conectar el mundo con una pureza humana, la inocencia sabia conque atina expresar: “Imagínate que la vida puede ser / tan llevadera, / como un domingo de aperitivos, / tan simple, / como respirar la felicidad”…“Vuelves a perderte aquí, / donde la gente es feliz y no lo sabes.”
Por ello, son sus poemas los que nos devuelven la fe, “la plenitud de soles en las formas cotidianas”. Porque además son poemas que aromatizan una felicidad triste o una tristeza feliz, nostalgian con dulzura cuando “tienes ganas de lejanía”, o cuando se refiere a “aquella lata Jugendstil reúne ausencias, / pero guarda también esperadas / noches de verano”…
En este oscilar de contrastes, “verás que se trata de un clásico equilibrio” y allí reside la búsqueda de estos poemas, compensar la balanza, donde sus “mis rituales se van atemperando” conjugando la sensibilidad ante la historia, ante la imagen, destacando ganadora a la belleza, para escribirla con alma de cine.
Desde su escritura percibo vivencial a la poeta: “En mi escritorio sucumbo a la / mitología urbana de mi lejanía. / De repente el abrazo más grande, / tú, que tienes el alto de una palmera.” Con amor, sólo amor, del que abraza, del que sonríe, del que da paz, merodeando, céntrico, cuando transita “la ciudad donde es indispensable amarse. / Sólo para peatones con alma de cine…en la “calle La Soledad / y nosotros tomados de la mano”.
Con alma de cine nos recorre una poesía contemplativa, acerca la distancia y la transforma esperanzadora, para ofrecernos un montaje de las más bellas escenas de todas las películas.
Astrid Lander


Poemas de Con alma de cine de Geraldine Gutiérrez


Continúa aumentando la temperatura.
A esta ciudad se le subieron los humos.
Tu voz al teléfono, una montaña
con quebradas, pájaros
y este calor insoportable,
nuestro lugar común.
Hacia la polución indica la flecha,
recorro lo posible, lo biodegradable de ti.
Dicen que en ciudades contaminadas
es indispensable amarse.
Aumenta mi temperatura.
No cabe duda, este es el trópico absoluto.
****

Otro pueblo me describe la mirada.
Titubeo en este calor,
en el olor a pimienta recién molida.
En el patio conchas de limón
y mandarina
tienen ganas de crepúsculo.
A la madrugada una pelea de perros.
Vuelves a perderte aquí,
donde la gente es feliz y no lo sabes.
****

Al margen de este río
que jamás me dijo nada
pasan pescadores, heladeros
ciclistas.
Gente que sólo quiere
agua helada y simpatía.
Reloj de esquina
extrañamente me faltas.
Un poco del movimiento
de la calle;
cada tienda, cada balcón
es un viaje que hago.
Con ojeras de nómada
me le cuadro al cielo gris.

Aquí todo es inofensivo.

Disfruto un poema
sobre la muerte,
siendo todo tan vital.
****

Una nota encontrarás seguro en casa.
Cuidado, ese pedazo de papel dibuja
el curso, así como la alegría de un plan.
Aquella lata Jugendstil reúne ausencias,
pero guarda también esperadas
noches de verano. Pinturas, iglesias,
narraciones de nuestro espacio.
Y después de un concierto continúa
mi emoción, siempre que tengo
contigo, una cita en la ciudad.
****

Atrás dejamos el Rhein y su fiesta.
Esta tarde
somos la tranquilidad de nuestra casa.
Cuéntame historias de animales.
Sí, el año que viene visitaremos Andalucía.
Pero mira como han crecido nuestras
plantas.

Entretanto James Bond ha vencido
en un duelo aéreo a su enemigo.

En mi escritorio sucumbo a la
mitología urbana de mi lejanía.
De repente el abrazo más grande,
tú, que tienes el alto de una palmera.
****

Ni vendedores de flores,
ni artistas de la vida.
A la derecha o a la izquierda
da igual.
Coca-cola alumbra el camino.
Mega-ciudad acelere por favor.
Rectángulos de cielo entre rascacielos.
Ni cámaras fotográficas, ni nostalgia.
Tan sólo un ángel de la guarda
nos acompaña,
entre autobuses y luces de neón,
la bosanova amorosa
por esta cidade do Brasil.
****

Me sumo a la sorpresa
de no verte más y verte otra vez.
Aunque compliquen
la izquierda normal de mi trayecto
requiero de más pantallas electrónicas.
Excedida de soles cuento las montañas
y lo feliz que voy siendo.
Tal vez encuentre formas sobre la tierra,
donde hay elefantes
que nacieron para ser blancos.
****

Subo al ascensor
y podría tocar las nubes.
Otra vez tu voz al teléfono
y la ciudad va consumiéndose
a tu modo.
Con el cepillo de dientes
en la boca, con el cielo
de Hiroshima.
Es como no dormir suficiente.

En el lugar más incierto
una pelota de tenis
puede ser una granada.

Un mundo,
con el que uno llega a encariñarse.
****

Días en que el tráfico es un domingo.
La ciudad donde es indispensable amarse.
Sólo para peatones con alma de cine.
Todos los vendedores, todos a la vez
cantan su mercancía,
y pásele joven qué le damos.
Sí, lo tenemos, pásele.
Volteo continuamente,
como buscando antigüedades.
Ahora se asoma una señora
en el balcón de los geranios rojos.
Aquellos días en que andábamos
en metro y metrobús.
Tortillerías, antojitos y alegrías.
Una iglesia barroca.
Mujeres, mujeres solas, niñas reunidas.

Calle La Soledad
y nosotros tomados de la mano.
****

La época de espárragos ha terminado.
Ahora intento sobrevivir a los tulipanes
que sin dejar huellas han desaparecido.
En el camino dejo rodar mi pasión
por los girasoles,
sin olvidar que en aquel entonces
hubiera escogido una película triste.



Geraldine Gutiérrez. (1966) Venezuela.
Por concurso es seleccionada para cursar el Taller anual de Poesía del Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos (CELARG) en 1991-92.
Poemario Espantando elefantes. Editorial La Liebre Libre, Maracay, 1993.
Desde 1995 vive en la ciudad de Heidelberg, Alemania.
Maestría en Filología Alemana y Sociología en la Universidad de Heidelberg, en el 2002. Doctorado en Filología Alemana en la misma universidad.
Curadora de la Exposición Centenaria del Museo Palatino de la ciudad de Heidelberg, que tendrá lugar en invierno del 2008.
Poemario Con alma de cine. Premio de Poesía Ayuntamiento de Ciudad Real, España, 2007.

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