LITERATURA

LA PALABRA LUMINOSA
Por Lidia Salas


En el último poemario publicado por Carmen Cristina Wolf, La llama incesante ( Editorial La Diosa Blanca. Caracas, 2007 ) se aprecia la evolución de su escritura desde un canto terrenal, Canto al hombre. ( Carmina Editores. 1996) es su primer poemario, hasta la expresión de una de las tareas más altas del espíritu: la realización trascendental de la existencia, asumido en este nuevo proyecto, como búsqueda de unidad e identificación con el Ser Creador..
El título devela la intención del trabajo alquímico que pretende su lenguaje,
transmutar las señales de ese paraíso interior presentes en la cotidianidad de la vida, tales como el sueño, el visaje de la felicidad, la luz del conocimiento, el milagro de la belleza, en el latido de lo sagrado ardiendo en el incendio del alma. Será necesario entonces, desnudarse del ego, renunciar al miedo, a las apetencias y a la esclavitud de la mente. El fuego del amor es la única senda que conduce al Amor Real, aquel que quema sin consumir aumentando la pasión de amar hasta lo inefable. La llama incesante es la lámpara que enciende la poeta para separar las sombras que le ocultan el Bien buscado, pero puede interpretarse también, como la zarza ardiente a donde lleva su palabra para hacerla verdadera, radiante, luminosa y a través de ella, lograr la comunión ansiada.
La palabra ha sido siempre el instrumento de tránsito para alcanzar el esplendor. Lao Tse, Rafael Cadenas, Eugenio Montejo, Edgard Vidaurre, los poetas tutelares en esta travesía, confirman con sus hermoso versos esta realidad. El verbo es el principio de lo divino y de lo humano, es la hendija por donde el poeta, se asoma a los insondables misterios del alma, y es en el fracaso de su balbuceo, el espacio donde alcanza la trascendencia y la inmortalidad.
La intención del mensaje impone el tipo de discurso utilizado. El aforismo, en la brevedad de su síntesis, es el único medio posible para mantener el diálogo de la poeta consigo misma, con los otros compañeros de vía con quienes desea compartir sus hallazgos y con el Señor a quien nombra, “ Lirio coronado de espinas, rosa clavada en el madero, cáliz derramado en el polvo…” ( pag. 33) en uno de los más hermoso versos místicos, que la arrastran por los afluentes que brotan de El Cantar de los Cantares y humedecen las voces de Juan de la Cruz y Teresa de Avila.
El camino de lo místico, esto es del encuentro del espíritu con esa Luz superior que lo atrae, esta signado por caídas, encuentros, visiones, espejismos y revelaciones. Este poemario es un testimonio de la fuga de ese alguien que la habita. Las sentencias son como relámpagos que permiten al lector seguir el vía crucis de quien pretende llegar al gólgota de la muerte, pero sobre todo al dulce domingo de la resurrección. Su testimonio se convierte en bitácora. Sus cortas frases en reflejos fugaces que serán perdurables en la proporción igual a la comprensión y aceptación del lector.
El poemario está dividido en 5 secciones: Hallazgos, El verbo enamorado, El misterio del fuego, El incendio del alma y La conciencia en vigilia. Deseo iniciar mi lectura particular por la parte última. La intención docente aparece en los aforismos de estas páginas, en ellas compartí el duelo y la vergüenza por una realidad social donde estamos inmersos: “ Qué débil es aquel a quien los otros temen a causa de sus amenazas. “ ( pag. 43)
En Hallazgos, se aprecia la belleza presente en la vida: “ Los árboles son los ángeles de la guarda en la ciudad” ( pag. 14 ) pero como su nombre lo
indica, es el encuentro con otra realidad íntima y cierta: “ Descubrí un lugar en mí que permanece sosegado ante los cambios”. ( pag. 17)
El verbo enamorado y El misterio del fuego resumen la pasión de ese hermoso ser que es Carmen Cristina, por atrapar el temblor del poema y la vibración del amor: “ Lo fugaz y lo eterno en un instante: la poesía” ( pag. 20 ). Incontables veces repasé esas hondas reflexiones acerca del oficio del escritor y disfruté el erotismo sagrado del cántico de su alma enamorada. Pero, es en Incendio del alma, el espacio en donde su voz alcanza la más alta tesitura, quizás, por esta razón me hubiera gustado que con ella hubiera concluido su poemario.
He seguido la obra de esta poeta desde su libro inicial. La intención de escribir aforismos en una obra ascética revela la unidad y madurez del escritor que aspira la búsqueda de la Verdad Suprema. La sabiduría, la sencillez, la humildad, la mirada plena de belleza se revelan en muchas de los versos que recomiendo con la emoción de quien se ha acercado a beber en un pozo de aguas verdaderas
.

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