Para
la Orquesta Sinfónica de Venezuela (OSV) fue un gran momento para unir talentos
y subir al escenario de Fitven 2013 en la hermosa ciudad de Mérida junto a
Oscar D’León, cantante y bajista, que ha llenado los corazones de los
venezolanos con su música y sobre todo con una actitud única, una gran sonrisa
y un positivismo que contagia, sobreponiéndose a la adversidad. Es ejemplo a
seguir para todos. Este año, la experiencia de estar juntos se repite, pues
Oscar D’León regresa junto a la OSV el próximo 28 de enero a las 7 p.m. en la
ciudad de Maracaibo, cuando celebren una gala musical honrando el
reconocimiento Guinnes al Relámpago del Catatumbo, en el Día de la Zulianidad,
junto a Vocal Song, Huáscar Barradas y Rincón Morales. El Gran Sonero del Mundo
sigue marcando las pautas de nuestra historia musical, energía le sobra.
Evelyn
Navas Abdulkadir. Prensa Orquesta Sinfónica de Venezuela. Un accidente
doméstico con la consecuente pérdida de la visión en su ojo izquierdo, no
amilanó la inquebrantable voluntad de un hombre que se hizo a sí mismo a pulso.
Caraqueño de origen, Oscar Emilio León Simoza, mejor conocido como Oscar D’León
es músico autodidacta, que eligió el bajo como su instrumento y pulió su
hermosa voz para cantar un género exigente: la salsa.
Su
éxito en América Latina y todos los países de El Caribe junto a su orquesta La
Dimensión Latina, le merecieron ser conocido como El Faraón de la Salsa y
también como El Sonero del Mundo, cuando conquistó Europa, Asia, Estados Unidos
y muchas latitudes, donde impuso sus temas hoy por hoy considerados clásicos.
Oscar
D’León proviene de una populosa parroquia de Caracas, Antímano y desde muy
pequeño se interesó por la música caribeña. De sus inicios en el canto recuerda
que: “eran dudosos, no tenía forma de saber que sería cantante. Me atrajo el
bajo porque es un instrumento líder en cualquier agrupación, pero nunca tuve
formación académica. Aprendí a tocar de forma empírica oyendo los temas de la
Sonora Matancera, tratando de imitarlos. Fue una gran emoción para mí tener un
bajo en mis manos, la primera vez que lo toqué, ni siquiera sabía que tono estaba
tocando. Con el tiempo me fui amoldando, me acompañaba en cualquier tema”, nos
cuenta el artista. Sin embargo hoy, no toca su bajo cuando está en el
escenario: “Hoy manejo la orquesta y eso me complica las cosas”.
De
esos inicios recuerda que escuchaba los temas del Trío Matamoros, la Sonora
Matancera y la Billo’s Caracas Boys, así como a Benny Moré, Celia Cruz, Tito
Rodríguez y Willie Colón. Su carrera musical se inició cuando tenía 28 años,
llegó a desempeñarse como mecánico, taxista y hasta culminó la carrera de
topógrafo, que nunca llegó a ejercer. Mientras tanto, incursionó en varias
agrupaciones musicales. Destacó por ser un gran bajista y llegó a ser cantante
cuando el destino le brindó una oportunidad que no pasó por alto: tenía la
posición de bajista con una agrupación que tocaba en la cervecería La
Distinción, en la que inicialmente sólo cantaba en los coros, sin embargo, ante
la ausencia del cantante principal del grupo antes de una presentación,
manifestó su interés para cubrir esa vacante y es así como se inicia como la
voz principal de la banda.
En
1972 Oscar D’León crea La Dimensión Latina, junto al percusionista Elio
Pacheco, José Rodríguez, el trombonista César "Albóndiga" Monges, el
pianista Enrique "Culebra" Iriarte (que sería sustituido luego por
Nano Ladera, Tony Monserrat y Jesús Narváez) y José Antonio Rojas. Se estrenan
el 15 de marzo de ese año en un ensayo en casa de Iriarte en La Guaira y
debutan luego en La Distinción. Graban el primer disco y logran el éxito con el
tema Pensando en ti. Dos años después se
une el bolerista Wladimir Lozano, comenzando una relación muy exitosa con Oscar
D’León, ya que como dupla logran imponer temas como Que bailen tós, La Piragua,
y el primer éxito internacional Llorarás, compuesto por el mismo Oscar D’León,
así como también, La Vela, Divina Niña, Taboga, Juancito Trucupey, El frutero,
Parampampam y Dolor cobarde. Los arreglos musicales de la orquesta siempre
fueron de Monges y Oscar D'León.
“Al
fundar la Dimensión Latina y ver cómo conquistamos el éxito en poco tiempo,
supe que me dedicaría a la música a tiempo completo. Sabía que mi camino iba a
cambiar y no me equivoqué y aquí estamos”, relata Oscar D’León, quien nos dice
que su papá tenía reservas al principio: “Aún así me apoyaron porque vieron en
mi la felicidad que afloraba todo el tiempo, la inquietud y el deseo existía.
El dinero comenzó a llegar, producto del éxito y la familia mejoró también”.
La
música: la prioridad que brinda felicidad
Oscar
D’León no cree en la suerte sino en el trabajo y en la responsabilidad. El
éxito viene de ser constante con su profesión: “No elegí la Salsa como género,
es cuestión de gusto. Hoy disfruto de cualquier género con aprecio y un gusto
total. La fama y el éxito vienen de ser acucioso con la profesión, de pensar en
ella como la prioridad, de atenderla y quererla como lo más importante de la
vida. Para mí, mi Orquesta es mi primera familia y mi música es lo más
importante porque me da felicidad”.
Oscar
D’León es compositor desde muy joven: “Escribía desde antes de la Dimensión
Latina, pero hice sonar mis temas con ella y así me catapulté. Hoy me inspiro
en cualquier motivo favorable para escribir una canción. Mi forma de componer
es ésta: primero tarareo y después visto ese maniquí con letra. En muchas ocasiones
me llega la musa y cómo no tengo un grabador conmigo, se pierde parte del
proceso. Para mí es fácil componer porque he sido dotado con un don de la
naturaleza: captar la música y saber qué es bueno o no, qué va a ser un éxito o
no”, nos cuenta.
Oscar
D’León, con ese tino para saber cuando tenía un éxito discográfico en sus
manos, aprovechó todas las ocasiones: “Es difícil prever si se va a ser
exitoso, pero cuando supe de esos primeros éxitos con la Dimensión Latina,
pegué un grito y de verdad, tenía razón, me di cuenta de que con ella iba a
trascender. Tengo ese feeling para saber
si un tema será exitoso con solo escucharlo, pero hay otros factores que
determinan el éxito discográfico como el ensayo constante, la disciplina, la
responsabilidad y la puntualidad”, revela y es en estos aspectos donde se ha
afincado para mantenerse en el tope desde hace más de 40 años.
Hoy
cuando evalúa su carrera y cómo ha impactado al mundo con su música, sonríe y
dice; “Significa mucho, se trata de mi familia, mi país, mi música, mi
orquesta. Y es que mis músicos son como mis hijos, me preocupa que sus hogares
estén bien, los oriento y aconsejo. Todo esto va en mi pensamiento. He
aprendido mucho, he caminado el sendero del éxito y por eso me digo que no debo
ser arrogante, sino tranquilo, ser auténtico y fiel a mi forma de ser y vivir
la vida sin apresuramiento, eso sí, tomando acciones certeras para mantenerme
vigente”, puntualiza Oscar D’León.
Desde
1977, el Sonero del Mundo inicia su carrera como solista y crea su propia
orquesta, La Salsa Mayor, con la cual cosecha sus éxitos como Mi bajo y yo, El
Baile del Suavecito y Bravo de verdad. Con el pianista Mauricio Silva,
compositor y cantante forma La Crítica, orquesta con la cual logró obtener un
matiz muy particular que capta la atención de los soneros internacionales,
destacando su participación en el Festival de Soneros en Caracas, en el año
1980 al lado de Johnny Pacheco y Pete “Conde” Rodríguez y Daniel Santos. En
esos tiempos graba los temas de origen cubano Mata Siguaraya, Monta mi caballo,
El Manicero y Longina, que adquieren una nueva sonoridad, siendo reconocidos
por el público de todo el mundo.
Su
amor por la música cubana le llevó a presentarse en la isla caribeña con un
éxito apoteósico y a pesar de las críticas, su visita contribuyó al renacer de
la salsa en Cuba. En los años 80 logró imponer temas como Detalles, El derecho
de nacer, Mis hijos, A él y Que se sienta, con los cuales lideró las listas de
ventas. Su sonido siguió innovando al lado del grupo Los Blanco y de esos
tiempos se recuerda el tema Que muchacho y el disco Auténtico donde le rinde
homenaje a Benny Moré versionando los temas Francisco Guayabal, Que bueno baila
ustedy Bonito y sabroso.
Al
tiempo, Oscar D’León logra conquistar con todo ese sabor y sonido tan
particular a Japón y hace de las suyas en escenarios como el Madison Square
Garden de Nueva York y el Teresa Carreño de Caracas, por ejemplo. Su sonido se
depura con matices de Latin Jazz en sus acordes y logra incorporarse también a
los grandes festivales de jazz del mundo.
Su
sueño de estar junto a los grandes de la Salsa, que tanto admiró desde su
temprana juventud, se cumple y logra alternar con Celia Cruz, Eddie Palmieri y
Tito Puente. Con estos dos últimos artistas participa en el que se convertiría
en la obra póstuma de Puente: Masterpiece/Obramaestra, donde interpreta los
temas Cielito lindo/Negrita y París Mambo.
Un
tema que identifica a Oscar D’León es Ariel, grabado en 1988 con la Billo’s
Caracas Boys, homenaje que le hace al propio maestro Billo Frómeta y a Benny
Moré. Dueño de una discografía inmensa y rica, Oscar D’León destaca por
presentaciones en vivo que mueven a cualquiera por su imparable energía. Ha
grabado más de 50 álbumes con varios discos de oro y ha recibido numerosos
premios y honores.
Ya
siendo un ídolo, Oscar D’León le apuesta a la nueva generación salsera y es por
eso que graba para el sello perteneciente a Ralph Mercado, "RMM" el
tema Hazme el amor con La India y Llegó el sabor con José Alberto “El Canario”.
Destaca también su álbum Sonero del Mundo junto a Willy Chirino. En el 2001
graba su álbum Más que amor, Frenesí, un bolero al que le da el giro de balada
y conquista nuevamente las carteleras musicales. Incluso, forma parte de las
bandas sonoras de Disney con el tema Mundo Perfecto, para la película Las
Locuras del Emperador.
Junto
a músicos experimentados y algunos de sus hijos, Oscar D’León ha estado
presente desde hace tiempo como uno de los mejores exponentes de la ‘salsa
brava’ en escenarios internacionales con su sonido, único, particular que
cuenta con la influencia del jazz que le ha ganado, fama, respeto y adeptos. Su
voz, tan rica en matices le permite cantar cualquier cosa, desde salsa,
boleros, baladas, temas de amor y hasta reggaetón, lo mejor de la tradición
latina se expone en su instrumento. En Venezuela es reconocido como uno de los
músicos más importantes del país, es un ídolo que ha sabido conquistar la fama
y la fortuna dignamente.
Nominado
al Grammy muchas veces, Oscar D’León cuenta con el homenaje de la ciudad de
Nueva York que le dedicó el Día de Oscar D’León el 15 de marzo de 1998.
Con
sabor sinfónico
Tocar
junto a su orquesta, lado a lado de la Orquesta Sinfónica de Venezuela, fue
toda una experiencia para ambos. “El sonido es majestuoso, es un sentimiento
muy particular y único. Estar con una orquesta sinfónica es lo máximo dentro de
la música. Llegar a esos altares es sentirse realizado. Un gran orgullo”, así
relata su experiencia y es que desde los ensayos para Fitven 2013, todos los músicos
de la Orquesta Sinfónica de Venezuela estaban contagiados con esa energía tan
propia que impone Oscar D’León y su característico ‘sabrosoooo’ se hizo sentir
en la sala José Félix Ribas del Teresa Carreño para el ensayo preliminar. En
Mérida, hasta la madrugada el público bailó, sin importarle el frío y la
lluvia.
Más
allá de la adversidad
Oscar
D’León ha sufrido en carne propia varias vicisitudes, como un infarto o la
pérdida de la visión del ojo izquierdo, pero eso no parece detenerle. Siempre
logra recuperarse y volver a los escenarios con su sello característico: su
sonrisa.
Hoy
nos llena de orgullo y satisfacción y con su Grammy Latino en reconocimiento a
su trayectoria impecable en sus manos, sigue sonriendo con simpatía: “El
consejo que les doy a los artistas jóvenes es que sean auténticos, que
mantengan un estilo propio, que ensayen mucho, sean cordiales y sencillos. Ser
humildes es el tesoro de cada quien”.
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