Por: Alexis Alvarado
El siguiente ensayo girará alrededor de una interrogante: ¿El teatro infantil es pedagógico? o mejor: ¿El teatro para niños y niñas debe enseñar? Este escrito breve versará acerca de un punto realmente harto discutido, pero aún no resuelto (si es que se puede resolver).
El asunto fue que escuché de boca de un autor con tradición en esta área y quien fue uno de los fundadores de la extinta -en actividades- Fundación, Organización o Asociación oficial del Estado sin fines de lucro TIN (teatro infantil nacional) hacia los años ochenta, decir que él deja “la enseñanza para las escuelas. El teatro infantil no debe buscar esto-la enseñanza- como uno de sus propósitos”. Desde ese momento, me he puesto a reflexionar sobre el caso, incluso hice amagos infructuosos por rebatir tan irresponsable afirmación. De entrada digo que no comparto esta opinión- gracias a la libertad de expresión es una perspectiva personal y no es una premisa del quehacer teatral infantil- .y reitero que me parece irresponsable tan peculiar posición ideológica y política. ¿Acaso esa idea de alejar la enseñanza del teatro para niños y niñas no es contraproducente para la misma formación del público infantil?
Aquí se debe aclarar que no intento decir que el teatro especializado para los menores de edad se debe convertir en un aula de clases. Ni que la Escuela se transforme en un escenario. No. Lo que sostengo es que el teatro infantil es un medio de comunicación social en su naturaleza. Su proceso de creación incluye la transmisión de valores y conocimientos. La diégesis del teatro para niños y niñas no se puede deslastrar de los elementos del sistema de enseñanza en menor o mayor grado. Es que acaso sólo interesa la diversión, y por cierto una de las definiciones de esta palabra dice: “mit. Acción que pretende confundir y despistar al enemigo”, y dónde se encuentra el compromiso de utilizar adecuadamente un medio de comunicación como el arte teatral. El teatro es arte, estética, diversión y transmisor o medio para comunicar algo, claro está, que cada quien manipula el concepto como mejor cuadre a sus intereses.
Tal vez, aquella afirmación de que “la enseñanza es para la escuela y no para el teatro” proviene de una concepción de la educación conductista, en donde el alumno repetía algo para responder de una manera mecánica. Estímulo y reacción. Su base es el condicionamiento clásico de Pavlov. Pero decir que el teatro infantil no debe enseñar es un completo desconocimiento de las bases fundamentales de este fenómeno social. El teatro para niños tiene como columna vertebral un texto o un guión como mínimo, así sean imágenes dispersas puestas en escena, lo que implica necesariamente un contenido que se será visto y apreciado por alguien. No hay otra opción. Esto es un elemento de la enseñanza. Ahora si se piensa- y he allí el error- que los actores y actrices se van a parar en pleno escenario para dar una lección bajo la filosofía conductista es algo descabellado e inaceptable. La Escuela es una institución social que tiene sus propósitos y el teatro tiene los suyos, lo que no supone una separación transversal de los dos al estilo del viejo diseño curricular de la educación. Todos los hechos sociales y culturales del individuo se encuentran integrados. El teatro infantil hecho por adultos o por niños y niñas es una “escuela” en movimiento y los actores, actrices, directores y escritores somos “educadores” en una dimensión amplia del asunto. El teatro infantil es una creación que requiere de muchos factores y no responde a una individualidad, por lo tanto sí transmite y (des) enseña valores y conocimientos.
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