Yo soy John Lennon

Por: Juan Martins
He disfrutado de esta pieza Yo soy John Lennon de Paúl Salazar Rivas, editado por Monte Ávila Editores Latinoamericana en su colección «Las formas del fuego» (Teatro, 2008). Le he disfrutado en tanto comedia: los personajes estructuran las condiciones de sus referentes para todos ya conocidos: George Harrison/Gregorio, James Paul McCartney/Pablo, John Winston Lennon/Juan, Ringo Starr (Richard Starkey Jr.)/Ricardo y Yoko Ono/Yocasta. Desde aquí el autor se sostiene para desarrollar el carácter latinoamericano de estos personajes para decirnos, a un tiempo, de sus pasiones, afectos y equívocos. Y esa dualidad del referente lo constituye como un divertimento en el contexto de la dramaturgia venezolana. Quiero decir que está bien escrita en tanto género de comedia al que corresponde: el hecho lúdico establece esa relación entre la comicidad y su discurso, si entiendo que ese discurso se sustenta en describir las condiciones de aquello que le es latinoamericano en una ciudad como lo es Nueva York. No hay mayores pretensiones. Es comedia. Lo que es decir bastante en ese compromiso con una dramaturgia de la comicidad. Con diálogos sencillos, muchas veces conversacionales, pero que son necesarios en la composición de aquello que se edifica en lo lúdico:

[…]

Pablo.— Han pasado tres días y nada de Cuchi cuchi. Hoy es 4 de diciembre y si vos sabés sumar quedan 4 días para el 8 ¿Crees que el Dr. Strawberry te va esperar toda la vida? ¿Cuándo te lo tirás y salimos de esta?

Juan.— Todo lo ves fácil y chévere, pero yo no soy tú... tú no eres yo... estamos hablando de la dignidad.

Pablo.— La dignidad se lleva adentro. Aquí lo que importa es el público, él éxito que nos espera, el triunfo...

Juan.— Yo quiero triunfar, pero no a cualquier costo...

Pablo.— ¿Cuál costo? Es cerrar lo ojos, cuchi cuchi y listo, no te van a cambiar el cerebro. Mirá, si querés yo mismo te dejo que me hagás lo que quieras después, es más, todos nos vamos a dejar...

[…]

Así que, por ejemplo, la corrupción moral de lo latinoamericano queda expresada mediante la instrumentación de ese humor. Es cuando se figura lo lúdico como recurso literario que se ve sostenido en esa mirada sobre la vida de los otros personajes a partir de referentes diferenciados, John Lennon: «… Ricardo.— Yo no sé si él es John Lennon, pues no sé quién es ese man, lo que sí sé es que él (señala a Juan) ya no es Juan. No habla como Juan, no actúa como Juan y dices cosas bacanas que no diría Juan…» Desde esa subjetividad de los personajes se nos va presentando, en esa relación del texto dramático, el nivel de su alteridad, la composición del otro. El personaje es el otro para «artificiar» la realidad. Esto es, la posible representación de lo ficcional: es «el otro» en el lector, puesto que éste, el lector, reconoce aquel referente: John Lennon. Colocado en esas condiciones, para el lector-espectador eso no será sino gracioso. Cumple su función. Entonces lo idiosincrático del lector se pone en marcha por medio de este humor. De allí la construcción de la comedia. Es dramaturgia y no simple comicidad que, como sabemos de esta «simple comicidad», se presta a la risa fácil al primer postor. Es dramaturgia siempre que este regodeo con lo ficcional sea parte del rigor literario. Y lo es.

El autor va sustituyendo la personalidad de sus protagonistas (la locura como entidad estética) Juan/John Lennon y en Yoko/Yokasta y así respectivamente en el resto de los personajes, unos más conscientes que otros de las diferentes «realidades» constituidas en el texto dramático: locura/ cordura como eje de dicotomía semántica. Esa transgresión de la realidad la introduce en un elemento de locura como hecho inverosímil. Y esto factible, tal relación con la locura es por una parte legítimo en el hecho dramatúrgico, pero a su vez un mecanismo sencillo de resolución dramática. Como dije, es legítimo. La locura, el humor, la sustitución de la personalidad transgrede una realidad en otra como categoría de lo fantástico al nivel de la comedia. La sintaxis del relato teatral se desarrolla conceptualmente a partir de esa estructura con éxito. Quizás podemos preferir mayor intensidad en el tratamiento poético de ese relato, ya que, se apoya en el hecho ficcional de la locura. Sin embargo el autor es honesto cuando nos deja la propuesta en el componente de la comedia. Es todo, nos hace reír con buen gusto. Y, lo sabemos, no es fácil.

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