Clase de Poesía I

Por: Astrid Lander

Me he atrevido a elaborar un manual para apreciar y disfrutar la poesía. Así, como en el original libro del poeta colombiano Jaime Jaramillo Escobar: “Método fácil y rápido para ser poeta”, intento también resumir unas pautas que nos entregue el placer de captar la poesía.

Porque para leer y escuchar poesía, se pide simplemente poseer una actitud poética vital y sobre todo, sentir que la poesía nos salva.

Porque la poesía, como equilibrio entre la sensibilidad y la razón, se conjuga para vibrarnos hacia la iniciación de las preguntas y respuestas esenciales, el conocimiento intuitivo que capta los secretos del cosmos.

La poesía nos permite conectarnos con el alma, para que sintamos que el mundo tiene cabida si la gente cree. Y con ello, nos unimos estrechamente a la vida.

En la poesía, lo primero que hemos de sentir es el sonido de la palabra, la musicalidad intrínseca, la cadencia de las palabras que se combinan, se enlazan y van a la consecución de un discurso vibratorio.

Junto a ello, avistar las palabras puntuales que apuntan en tiro al blanco el corazón. La palabra exacta, auténtica, que expresa fielmente el contenido emocional. Entonces, la palabra y sonido escogido, esto es, el significante, se acopla armoniosamente con el significado, lo que la palabra dice y siente.

Esta es la síntesis perfecta de la poesía, que expande y concentra a la vez el macro y el micro. La poesía a manera de cápsula que engloba el todo. Completa lo que quiere expresar, lo sintetiza, lo dice. En este sentido, se presenta como la forma de acceder a la belleza y la certeza, a manera de extensión “corta” y de profundidad “larga”, en un “tamaño” extenso e inabarcable de contenidos, en lo que no sobra ni falta una palabra.

Porque las palabras, indiscutibles piezas que contienen sonido y silencio, se colocan en el poema para la consecución de una imagen, así se da el ritmo de la palabra que antecede y la que le sigue, las cuales van aparejadas para potenciar e intensificar el contenido y estructurar el poema.

Esto genera como efecto un estado anímico, una energía, el privilegio de lo poético. ¿Cómo no va a influir leerlas, escucharlas? Entonces, todo es poesía, más la poesía misma.

Poesía como completitud, como infinitud. Ahonda y perfora, del fondo o al sinfín. Escudriña y desentraña, devela y desvela lo que de humano somos. Allí está la respuesta.

Por ello, la poesía ha de ser armónica, poesía solar, poesía sensible y pensante del bien. Si aplicamos psicológicamente el efecto del sonido, sabemos que la vibración de la palabra afecta a la materia. Una poesía armónica, una poesía solar modificaría en pro de una nueva humanidad. Puede concebir un nuevo ser, un nuevo sentir que nos amplíe, un nuevo orden. Por eso, es imprescindible reponer a la palabra en su valor de orden de la humanidad. La palabra ordena el pensamiento y así consecutivamente ordena el país.

La poesía es un servicio en pos del hombre ideal. La misión que ha de atender en estos tiempos es de ayuda emocional a la humanidad. Transformar el devenir de lo humano.

Los invito a reencontrarse con la poesía. Cuando se lee un poema redondo, uno queda hechizado. La poesía va directo al espíritu, llega al receptor, quien lo recibe como si fuese el emisor. He allí la comprensión poética, la cercanía de la poesía como lenguaje del alma.

Tantos poemas nos ofrecen una lección de vida. Para cada uno hay un poema que lo espera, lo aguarda, para que le responda y le pertenezca.

No hay comentarios: